Capítulo 1. Sentimientos
Dolor. Mucho dolor en su mirada, en su expresión. Hasta en su forma de caminar.
Lo observo en la puerta, que está abierta, apoyado por la espalda en el marco y la cabeza hacia atrás, sollozando como un niño sin su juguete.
Lo veo tan frágil… Intento ir a consolarle, pues su dolor me atraviesa el pecho, pero no puedo, estoy paralizada. Intento gritar pero mi garganta no emite ningún sonido, solo sonidos ahogados que no salen a la luz.
Al fin se incorpora y cierra la puerta tras él, aún con lágrimas en los ojos y cayendo por sus mejillas. Deja las llaves en una pequeña mesa de madera, se quita la chaqueta de color azul y la deja colgada en el perchero que está cerca de la puerta; al otro lado de la mesita. Empezó a andar, arrastrando los pies hacia el salón y se sentó en el sofá con la televisión puesta. Se puso en posición fetal, con la cabeza apoyada en las rodillas y los brazos alrededor de las piernas. El volumen de la televisión está demasiado alto, suficiente para ahogar los llantos que él ocasionaba.
Por lo que pude observar, iba vestido con un traje muy elegante de color azul marino, con una camisa blanca y una corbata del mismo color que el pantalón y la chaqueta.
Después de bastantes horas seguía sollozando, pero disminuyó las lágrimas. Por lo que vi, tenía los ojos hinchados de tanto llorar y los labios agrietados por la caída de tantas lágrimas. Aún gemía de dolor y respiraba entrecortadamente. Yo sentía mucho dolor dentro de mí, pero sabía que no podía derramar ninguna lágrima. Viéndole llorar comprendí muchas cosas. El no poder ir hacia él, hablarle y hacerle ver que estoy presente eran varias de esas cosas que no podía hacer en mi situación.
Vi que estiraba el brazo. Cogió un marco de fotos y lo apoyó encima de sus rodillas, que seguían subidas al sofá y pegadas a su pecho. Me acerqué sigilosamente y con precaución, con cuidado de no hacer ningún ruido y me puse detrás del sofá, sin tocar nada, y me puse a ver la foto. En ella había un chico y una chica sonriendo, con las cabezas muy juntas. Éramos él y yo. No pude impedir un gemido seco e insonoro que salió de mi garganta, como si al estar cerca de él pudiera sentir el dolor que sentía en ese instante. Seguía mirando la foto y volvió a llorar. Pensé en intentar que fuese otra vez feliz sabiendo que él no me podía ver, ya que sería peor para él. No me podía ir sabiendo que él estaría mal.
Pasaron los días y la pena, desesperación y dolor se fueron aminorando.
Cada vez que él hacía alguna comida o algo, yo le ponía mi toque personal. Él al verlo se quedaba paralizado y se ponía a llorar, diciendo en voz alta que porqué me fui. Yo quise explicárselo pero sabía que no podía, tenía que hacer que por lo menos recordara las cosas bonitas, y ya encontraría el modo de conseguirlo. Mientras pasaban los días y seguía poniendo la guinda personalizada a sus cosas, él ya se iba sintiendo mejor, se le notaba en la cara, en su aspecto, que ya no era tan demacrado y dejado, en su mirada y en su forma de caminar. Se le veía más feliz. Yo se lo notaba, lo sentía y eso hizo sentirme mejor, sabiendo que ya quedaba menos para marcharme. Viéndolo feliz.
Veía que salía de casa, se divertía, lo pasaba bien… y que conoció a una chica. Eso me hizo feliz.
Esperé un poco más de tiempo para ver que esa felicidad era verdadera y duradera. Al ser así, ya no pintaba nada velándolo, no necesitaba de mi protección y amor. Llegó la hora.
Continuará...
:O dios me impresionas me he quedado sin palabras necesito leer mas ;D un besazo
ResponderEliminarme gusta muxoooooo voi a por el siguiente =D
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