Amor - Odio...

No sé por qué, pero tengo la necesidad de escribirte. No soy muy buena en expresar lo que siento con palabras exactas y ni sé por dónde empezar. Supongo que por el principio.

Hay días en los que te odio tanto… y otros en los que no puedo vivir sin ti… No tengo ni idea qué es lo que provocas en mí, pero consigues que te odie y te deseé a la vez. Es un sentimiento raro y hace que me vuelva loca. Puede que ya lo esté, pero la verdad… ya poco me importa.

Siento las ganas de abrazarte, de protegerte y, porque no, de perderte de vista. Puede que me guste sufrir o autolesionarme. Intento convencerme a mí misma que no es posible, que aunque yo esté delante de ti, tú no me verás. Por más que te grite, tú no me oirás. Por tantas señales que te haga para que te fijes en mi, tú girarás la cabeza hacia otro lado.

Te odio. Te detesto por no querer verme, por sentir; aun así, devoción por ti.

A lo mejor la solución es alejarse. Por más que me lo propongo, caigo en el intento. Ya no sé qué pensar, ni cómo actuar en torno a ti. ¿Cómo pudimos llegar hasta aquí, así?

Mi razón está convencida que lo correcto es dejarte marchar, pero mi corazón es testarudo e insiste en todo lo contrario. Puede que lo correcto es no forzar las cosas, puede que lo mejor sea dejar correr el tiempo, esperar sentada y viéndolo venir para atraparlo a la primera. También puede no volver a pasar y me quede sentada para siempre. Lo mejor para mí; y para mi triste corazón, es decirte adiós o un nunca más; un nunca más pensar en ti. Lo cierto es, que pensar en estas palabras, me duelen en el alma. Prefiero pensar en un hasta luego o un hasta pronto, pero creo que será otra herida en mi pobre y desvalido corazón. Tomaré la decisión en este momento y recojo en un cajón algo muy valioso. Es algo que no se puede desperdiciar y que es muy importante en nuestras vidas; el tiempo. Si, así es. El tiempo no solo es muy valioso, también sana. Usaré un poco para ambos y dios dirá lo que sucederá. Está claro que me curará esas heridas que tú me provocas con solo pensarte y, ya de paso, debatirá si me querrás ver o por el contrario tenga que despedirme de ti. Ahí me daré cuenta y tomaré la decisión más difícil de mi vida; decirte un hasta siempre.

Beita

¡Nos leemos!

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