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jueves, 22 de diciembre de 2011

Caricias, atracciones y sinsentidos...

Despertar


Me desperté sintiendo algo. Me removí entre las sábanas. Abrí los ojos despacio, con miedo de qué me podría encontrar cuando los abriera. Estaba mirando a la pared, me di la vuelta y vi que Jose estaba a mi lado, con la boca ocupada en mi pezón. Ahí me di cuenta que fue eso lo que sentí y me despertó.
- Buenos días, cariño- dijo con una sonrisa sin sacar la parte de mi cuerpo de su boca.
- Buenos días. Que buen despertar- contesté estirándome, haciendo evidente que dejara de chuparme. Me coloqué enfrente de él, haciendo que él me cogiera el otro pezón y se lo metiera directamente en la boca.
- Así despertarás toda la vida, amor.
No me dio tiempo a decir más, pues él empezó a mover su lengua acompasadamente; haciendo que soltara un pequeño gemido. Hizo tumbarme boca arriba con los brazos en la nuca y empezó a recorrer mi cuerpo con la mano sobrante; ya que la otra estaba ocupada en apretarme fuertemente el pecho. Jose sabía perfectamente como excitarme, y por más que yo intentara escabullirme; nunca lo conseguía. Mi cuerpo siempre responde a sus caricias, con que transmitía descargas eléctricas con cada roce. Empezó acariciándome suavemente desde el final de la axila, pasando por el nacimiento de mi pecho izquierdo y continuando bajando por mi costado; consiguiendo que me estremeciera. Bajó la mano hasta mi nalga y posó su mano. Comenzó deslizando la palma de la mano desde la nalga hasta el muslo, hacia arriba y hacia abajo. Él estaba desnudo frente a mí, sentado a horcajadas al final de mi vientre y notando su grande y voluminosa erección. Ese contacto me excitaba aún más. Se bajó poco a poco hasta que se colocó entre mis piernas. Mis muslos se separaron y mis labios perdieron contacto entre ellos. Yo solté un suspiro. Jose rió y dejó de acariciar mi nalga para adentrarse en mi muslo interior, haciendo que casi rozara su mano con mi vagina. Volví a suspirar. Quise hacerle saber que le necesitaba dentro de mí. Él prefería jugar un poco más.
- Dime lo mojada que estás, cariño- me dijo lujurioso y con mirada de deseo. Eso me excitó más.
- Jo... se… ¡Quiero sentirte dentro de mi… ya!- contesté entrecortadamente por los gemidos que me provocaba pellizcándome el pezón.
- Huelo tu excitación desde aquí.
- Yo te huelo desde más lejos.
Con mi pezón dolorido de tantos pellizcos, Jose me lo liberó y bajó hacia mi entrepierna húmeda y palpitante. Acarició mi vagina con un dedo, con lo que yo le respondí con una subida de cadera; rogándole que entrara en mi como sea. Después de hacerme de rogar, me metió un dedo rápido y lo sacó nuevamente, enloqueciéndome. Esta vez metió dos dedos y empezó a mover la lengua en círculos sobre mi clítoris, consiguiendo que gimiera sin parar.
- ¡Oh!... ¡Dios!... ¡Jose!- grité por el placer que me otorgaba. Esto era un buenísimo despertar sin duda.
- ¿Estás a punto, amor?- dijo con esa voz aterciopelada que me recorría todo el cuerpo.
- ¡Oh, madre mía! Sí, estoy a punto- contesté como pude.
- Córrete, cariño. Hazlo para mí- volvió a decirme con la misma voz dulce. Otra descarga por mi cuerpo; se terminó en mi entrepierna.
Sabiendo Jose cómo estaba ya, movió la lengua más rápido. Me temblaban las piernas del placer que estaba a punto de experimentar y me dejé llevar. Pero cuando iba a alcanzar el clímax, él paró. ¡Maldición! dije para mis adentros. Vi cómo Jose se colocaba entre mis piernas, colocando su enorme erección en la entrada de mi intimidad. Yo no dejaba de retorcerme, pidiéndole que acabara con ese sufrimiento, o mejor dicho, ese placer. Estaba en la desesperación, y para no hacerle daño a él por mis ansias, estaba agarrando fuertemente al edredón, lo que provocó un hundimiento por la presión que acumulaba.
Jose no paraba de jugar conmigo, y se las haría pagar en cuanto tuviese mi turno. Él empezó a introducirse en mí, lentamente; sabiendo que eso me excitaba más, me gustaba y me hacía enloquecer hasta llevarme a la locura. En este estado no sabía pensar con cordura. Me penetró hasta lo más profundo y volvió a salir despacio, apretando más las manos al edredón, casi podría decir que atravesando el colchón. Habría que comprar un colchón nuevo, ya que faltarían varios muelles y no se podría dormir. Menos mal que no tenía tanta fuerza. No ganaríamos para colchones y edredones.
Jose empezó a embestirme más deprisa, gimiendo y suspirando; agradeciéndoselo interiormente, ya que si seguía así me mataría de placer, o le mataría yo. Él se inclinó hacia mí para besarme. Con cada beso un gemido ahogado en su boca, lo que hacía que él se excitara más y gimiera en mi boca. Eso me excitaba aún más. Con esa misma posición, volvió a penetrarme lentamente, pero acarició con su pulgar mi clítoris. Yo gemía y suplicaba más y más.
- Córrete conmigo, cariño- dijo susurrando en mi boca.
- Lo haré- contesté, dejando que me invadiera el placer que recorría todo mi cuerpo. Yo ya estaba llegando al clímax, haciendo que mis paredes se estrecharan alrededor de la erección. Me dejé ir y una ola de placer recorrió todo mi ser, provocando que arqueara la espalda y gritara el nombre de Jose. A los pocos momentos, él también se corrió dentro de mí, gritando mi nombre al mismo tiempo.
Quedamos sudorosos, uno encima del otro respirando entrecortadamente. Estaría así por toda mi eternidad, pero teníamos que irnos; ya que habíamos quedado. Cuando tuvimos las respiraciones calmadas; él salió de mí sintiendo un vacío en mi interior. Mientras que él se iba a duchar, yo me preparaba la ropa para salir. Y cuando Jose terminó de ducharse, comencé yo. Decidimos ducharnos por separado porque si no, llegaríamos tarde. Cuando salí de la ducha, Jose ya estaba vestido y preparado. Estaba muy sexy con esas prendas. Tenía unos vaqueros ajustados, marcándole el culo. Mirándolos sabía que eran mis favoritos; y se puso una camiseta blanca, tapándola con una camisa de cuadros azul celeste de manga corta. Con su pelo alborotado y su barba de cuatro días, le hacía un aspecto muy sexy. Al verlo de arriba abajo no pude resistir en morderme el labio inferior y mirarle con deseo. Crucé la habitación y me vestí, delante de la mirada acechadora y deseosa de Jose; mostrando descaradamente una erección brutal donde se le podía reventar el pantalón. Para picarle, comencé a vestirme lentamente; provocándole, añadiéndole el toque de morderme el labio inferior. Escuché un gruñido. Yo me reí. Después de ponerme la ropa interior, un bonito conjunto de encaje negro, un sujetador y un tanga con un lazo blanco en el nacimiento de mi trasero; cogí el vestido, color azul oscuro. Estrecho sobre mí, haciendo delinear cada curva de mi cuerpo. Me puse unos zapatos de tacón fino y bajo, pero terminando en punta, a juego con el vestido. Me dejé el pelo suelto y no me maquillé. No me gustaba mucho los vestidos, pero siempre para este tipo de ocasiones, me ponía los vestidos para Jose; sabiendo que le volvían loco. Cuando cogí el bolso, marchamos hacia la puerta.
¡Nos leemos!
¡Gracias por venir!

2 comentarios:

  1. Muy sensual este nuevo relato y sobre todo apasionado.

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  2. Me ha encantado la verdad. La forma de describirlo es impresionante, madre mía, que poco más y siento como si estuviera yo ahí metida!! Jajaja Me encanta notar la pasión entre los protagonistas, la forma en que lo has escrito lo hace totalmente real. De verdad que me ha encantado!! Espero el siguiente, besitos!! :D
    PD: siento haber tardado en comentar pero he tenido problemas con blogger :S

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