¡Juguemos a ser felices...!

      -     ¡Te propongo un juego!

      -     ¿De qué trata?- curioseó el chico.

       -    ¡Juguemos a ser felices!

       -    ¡Pero si ya lo somos!- la miró con cara de confusión.

       -    ¡Eso creemos, pero hay que comprobarlo! ¡Hazme caso!

       -    ¿¡Qué pretendes hacer para saberlo!?- las ganas de descubrir lo que proponía le carcomían por dentro.

       -    ¡Todas las noches miraré a la luna para que baje hasta tu ventana y te vigile por mí! Yo estaré más ocupada observando tu sonrisa para iluminarme en los días grises. A cada segundo, te haré saber que te echo de menos. Nos iremos a comer el universo, pues nos esperará en la esquina del fondo. Saldremos corriendo por una avenida grande mientras reímos para sentirnos liberados. Te taparé los ojos y te haré volver a los malos recuerdos para pintártelos de color marfil. Te miraré como invitación a escaparnos a nuestro mundo. Volveremos a escuchar canciones que han pasado de moda para sentirnos en casa. Gritaré al mundo entero que te quiero y el volumen de mi voz multiplícalo por 100 para medir cuanto. Te llevaré como sorpresa a un autobús donde nos lleve al país de nunca jamás. Crearé un puzle con recortes de un folio para que cuando tú juntes las piezas sepas que tienes mi corazón. Haré que las discusiones sean lecciones para mejorar. Y que lo primero que vea de ti nada mas despertar, sea comerme con la mirada y mirarme con la sonrisa.

       -     … ¡Me gusta el juego! ¡y tengo toda la razón!- habló el joven al poco rato.

       -    ¿Razón?, ¿en qué?- preguntó ella extrañada.

       -    ¡En que somos felices! Porque ya con tenerte a mi lado es lo más bonito que tengo en mi vida y con eso me basta, pero siendo como eres es más que suficiente para no tener que preguntármelo.

Y con una sonrisa, se dieron un beso lleno de promesas y de futuros que aun estaban por llegar.

¡Nos leemos!

¡Gracias por venir!