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viernes, 13 de enero de 2012

Un Cuento sin Hadas (2ª Parte)

La Decisión



- Shhh, ya pasó. ¿Vas a decirme qué te pasa?- me acarició la cabeza con dulzura. Ese gesto me enterneció. Le miré profundamente a los ojos. Los dos sentimos ese magnetismo dentro de nuestro cuerpo. En nuestro interior. Él en un impulso, o por llamarlo de alguna manera, se acercó a mí suavemente y me besó delicadamente los labios, rozándolos; casi sin tocar pero sujetándolos suficientemente para saborearlos gustosamente. Al poco rato se apartó, dándose cuenta del error que había cometido-. Perdóname, de verdad princesa. Aunque no he podido remediarlo, perdóname- suplicó agarrándome por la cara, demasiado cerca.

- No. No hay nada que perdonarte- reaccioné-. ¡Bésame!- ordené.

- ¿Qué?

- ¡Lo que has oído! ¡Bésame, ahora!- supliqué como si fuera mi supervivencia.

No muy convencido pero con ganas en la mirada, se iba acercando. Podía sentir su respiración agolpando tanto mis fosas nasales como mis labios. La boca la tenía entreabierta, dispuesta a recibir calidez de labios ajenos, al igual que, tremendamente familiares.

Nuestras bocas se unieron como un símbolo infinito. De algo echo para unirse, que existe para estar juntos. Algo que había necesitado desde hace unas horas atrás.
Un pensamiento fugaz me atravesó la mente. Los ojos azulados de Charlie se clavaron en mi sien como una espada. Esa mirada triste y desconcertada, sin entender muy bien lo que hacía. Una culpabilidad en mi pecho resonó y gritó por doquier. Esa mirada celosa, imponente y con dolor me estaba lastimando. Apreté los ojos con todas mis fuerzas para ahuyentarlo de mi cabeza. Creo que lo conseguí por unos minutos, los suficientes para que Luca me tumbara en el suelo y me desabrochara la camisa blanca con rayas rojas que me puse esa mañana. Dejaba pequeños besos por mi piel, haciendo que el bello se erizara enormemente y mi boca sacara un gemido consiguiendo que mi cabeza fuese para atrás, mi pecho subiese y metiese tripa. Era un placer exquisito y sensacional. Solo deseaba que siguiera. No debía parar.
Continuaba bajándome el pequeño pantalón vaquero que llevaba, a juego con esas rayitas de color de la camisa. Lamia y besaba cada rincón, haciéndome olvidar hasta mi propio nombre.
En un momento de un pronto tan salvaje, le aparté de encima y le arranqué toda la ropa que llevaba puesta. Algo fuera de sí, un descontrol en mí, le susurré las palabras que nunca creí decirle a Luca.

- Hazme tuya como jamás lo hayas echo con otra. Hazme sentir llena de ti en cada rincón de mis entrañas y no te olvides tatuar tu nombre en cada recoveco de mí ser.

Simplemente me besó ferozmente, contestándome a lo que yo le acababa de decir y sintiendo que él estaba igual o peor que yo. Con esas palabras me sentía como la niña del exorcista. Solo faltaba que mi cabeza diese vueltas literalmente, porque ahora lo hacía en el caso hipotético. Puede que debiese incluir la típica frase <<Fóllame, fóllame>> que la linda niña pronunciaba una y otra vez para que tuviese una pizca de guarrería.

Culminamos y sentimos el éxtasis en nuestro ser, en nuestra piel y en nuestras gotas de sudor. Respirábamos entrecortadamente mientras que nuestras ropas descansaban sobre el suelo, alrededor de nosotros.

Era una manera muy buena de atrasar el momento de la verdad. Pero ni acostándome con Luca en un momento de arrebatamiento, podía conseguir que se olvidara del tema que estábamos hablando anteriormente. Podía volver a retomarla por donde lo habíamos dejado. Creí oportuno que no me quedaba otra salida que decírselo mientras me besaba el hombro y me miraba con ojos acusadores de dudas y preguntas.

¡Nos leemos!
¡Gracias por venir!

2 comentarios:

  1. Es precioso Bea. *-*
    Aunque no me hace mucha gracia que se acuesten incluso después de lo que se le pasa por la mente los ojos de Charlie.
    Pero me ha gustado mogollón.

    Un beso.

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  2. Ella podría simplemente haberle dicho que estaba bien y no lo necesitaba. Ella debería haberlo evitado. Ahora que apechugue.

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