¿Es normal temer a la felicidad?
Tus palabras se quedan grabadas
en una cinta de casette; reproduciéndolas cuando mi inseguridad se asoma. Sonrío
cuando me haces reír, burlas a lo imposible y duermes a mis miedos cuando me
(en) cantas.
Tengo frío, necesito tu calor y
solo encuentro oscuridad. Un paso adelante y sale el Sol con tus ojos, tus labios y tus “me encantas”. Apareces
en el momento adecuado, con las palabras exactas y tus caricias urgentes.
Caricias que aún no he podido sentir.
¿Qué debo hacer? ¿Me fio de su
voz, de la felicidad o del posible espejismo?
Quien no arriesga no gana, y
quien no juega vive perdido.
¡Nos leemos!
¡Gracias por venir!
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